¿Cómo se desafía al destino cuando los demás parten con ventaja? ¿Cómo se puede hacer saltar por los aires el límite superior de nuestro máximo rendimiento? ¿Cómo encarar la vida cuando la excelencia no es suficiente? La respuesta no está en la cabeza sino en el corazón: atender a lo que queremos y no sólo a lo que pensamos. La cabeza analiza y en cambio el corazón alberga nuestros deseos más profundos, que son los que realmente nos hacen actuar. Y es que aunque el talento es necesario, aquello que nos hará alcanzar grandes retos, tras sobreponernos a los fracasos, es el corazón.